Hace un par de meses me propusieron colaborar en el blog de Senderos GR para aportar mis experiencias de los distintos senderos que he tenido ocasión de realizar por la Región de Murcia. Cuando les di el “sí, quiero” sugirieron la posibilidad de elegir un fin de semana y un par de etapas del GR que escogiera para caminarlo juntos y, de este modo, conocernos del modo que han de hacerlo unos verdaderos gerreristas. Eso es lo que hicimos los días 8 y 9 de octubre unos pocos amigos: por mi parte nos acompañaban Quique, Juanfran, José y Miguel Ángel; Luis y Javi de Senderos GR.
Me decidí por las dos últimas etapas del GR 7 murciano, que van desde el Camping La Puerta hasta Cañada de la Cruz, todo en el término municipal de Moratalla. 58 kilómetros para recorrer la parte más verde de toda Murcia.
La logística de transporte exigía madrugar mucho el sábado: había que llevar un coche al punto de partida, de ahí ir al destino para dejar otros dos y entonces volver al inicio para comenzar a andar. A las 6 de la mañana ya estábamos en marcha, pero las distancias hicieron que empezáramos la ruta a las 9 en punto, una hora más tarde de lo previsto.
Como tengo muy fresco el trazado del GR 7 por la Región de Murcia, dado que lo hice completo en abril, se me asignó el papel de guía. Mi primera decisión ya causó polémica: en lugar de ir por la pista que asciende fuertemente pasamos del GR y remontamos el río Alhárabe por un precioso y divertido sendero. En menos de 2 kilómetros, y tras pasar por las ruinas del Molino de la Puerta, salimos a la pista forestal y nos enganchamos al verdadero trazado del GR.
Vadeamos el río que cruza la pista, que trae bastante menos agua que hace unos meses (demasiado tiempo sin llover). A la izquierda vimos el Cortijo de Somogil, enclavado en un lugar privilegiado. Durante unos cuantos kilómetros toca un ascenso leve pero constante en el que tuvimos unas vistas grandiosas de las majestuosas paredes del Calar del Fresno y los Cenajos del Agua Cernía.
Tras 11 kilómetros y una buena parada para tomar algo y recuperar fuerzas, alcanzamos el Collado del Majal Alto; donde comienza el descenso. Con la sierra detrás, nos dirigimos a campo abierto, al Campo de San Juan.
Cogimos asfalto y nos encaminamos a La Risca, aldea donde cargamos agua y comimos unas nueces. Aunque comprobamos que aún no son su tiempo. El grupo se dispersó y me doy cuenta de lo difícil que resulta mantener en grupo a siete personas. Cada uno tiene su ritmo. Yo me quedé atrás, con Javi y Luis, y nos reímos porque tuvimos que avisar, a gritos, a la cabeza del pelotón: continuaron recto en un cruce por el que debían girar a la izquierda.
Para mí la experiencia es completamente nueva, pues nunca había hecho gerrerismo en grupo. Aunque uno de los alicientes que me atrae de hacer travesía es la soledad, esto de andar y conversar está muy bien.
Poco a poco fuimos avanzando, y pronto llegamos a un punto conflictivo de esta etapa: la carretera vieja de Archivel a El Sabinar: Hay una visible señal en el quitamiedos que tenemos que saltar, y en un poste de tráfico a la izquierda encontramos otra marca de camino erróneo, pero nada más. No está indicado si hay que ir a la derecha por la carretera o cruzar por un camino de tierra que sale al frente. Éste es que hay que tomar. Los adelantados optaron por seguir a la derecha y, cuando llegamos a la carretera les vimos regresar de su error. Volvieron nuestras risas maliciosas.
Enseguida tuvimos que sortear la valla de una finca cuyo paso está permitido. Un rebaño de ovejas y su perro pastor nos observaron tranquilos desde su corral. Al salir de la finca giramos a la izquierda para contemplar las viejas Salinas del Zacatín y acceder a la bonita casa rural El Salero. Desde la salida de la fina hasta El Sabinar es el tramo más feo e incómodo de la jornada. Hacía calor y el cuerpo empezó a acusarlo. Pero en menos de una hora estuvimos en el pueblo comiendo como señores.
Desde El Sabinar hicimos los últimos 4 kilómetros por carretera hasta Calar de la Santa, punto final de la etapa del sábado. Cinco de los siete gerreristas durmieron en una casa rural que teníamos reservada. Luis y yo, equipados con nuestras tiendas, acampamos en medio del campo, en lo que fue mi bautismo como gerrerista de autosuficiencia.
Touché Miguel Ángel!
Esperando como evoluciona el segundo día y saber si tu cuerpo resistió eso de ser gerrerista de autosuficiencia o se acusaron los estragos del esfuerzo :DD
Gracias!
Analema