Porque en sus largos itinerarios encuentran miles y miles de árboles y arbustos de las más diversas especies y porque acceden a bosques autóctonos que ponen a su disposición millones de frutos y semillas. No tienen más que recolectar algunos de esos frutos, muy pocos y en el tiempo adecuado, desmenuzarlos y extraer las semillas, que podrían enterrar en el camino de regreso, allí donde no haya árboles, allí donde es muy poco probable que lleguen las semillas de otro modo. A veces, sin necesidad de alejarse mucho, en el caso de árboles y arbustos solitarios y dispersos. (Reforestar es volver a sembrar o plantar árboles en donde ahora no los hay, pero que los hubo anteriormente. Se quitaron para diversos aprovechamientos: agrícolas, ganaderos, construcción de edificios, de obra civil, de ferrocarriles, para combustible, etc.).
Porque los senderistas pueden realizar esta tarea completamente gratis. Graciosamente, como buenos amantes de la naturaleza que son. Las instituciones, las empresas y los profesionales siguen teniendo su actual trabajo de repoblación, de mantenimiento o de reparación de catástrofes medioambientales, con los escasos recursos económicos que los Estados pueden dedicar en sus presupuestos. (Sin embargo, es absolutamente estúpido que haya dinero para comprar armas, para “sembrar” minas, para mantener tradiciones ignominiosas o, a nivel particular, para ir al campo asustando a los pajarillos con carísimos vehículos a motor).
Porque a los senderistas les resulta fácil esta tarea. No necesitan más herramienta que un pequeño objeto punzante para hacer una hendidura en el terreno: la punta de su bastón, una palita, un corto y robusto destornillador. O una estaca o una piedra recogidas in situ. Ni siquiera necesitan compañía, pueden hacerlo solos. Con un consumo de energía y una dedicación casi insignificantes si lo comparamos con sus largas caminatas, sus difíciles y arriesgadas escaladas, sus pacientes esperas pescando o fotografiando la flora o la fauna del lugar. Si ya disfruta con estas actividades o simplemente fotografiando los bellos paisajes que tiene la fortuna de contemplar, que pruebe a conocer la diversidad y cambiante colorido de las flores, de los frutos y de las semillas que producen las plantas que encuentra a su paso.
Porque de la abundancia y diversidad de las aportaciones el resultado sería un paisaje más variado y divertido. Nada que ver con las plantaciones homogéneas, monótonas y aburridas de las repoblaciones forestales efectuadas con fines económicos o de reparación de desastres medioambientales.
© 2015 José Luis Sáez Sáez
Para que hasta el más rudo senderista (como yo) pueda identificar muchos de los árboles o arbustos que se encuentre a su paso, he ilustrado este blog con unas 250 fotocomposiciones con fotografías propias. En cada una de ellas puede ver cómo son las flores, cómo son los frutos sin madurar, cómo son cuando están maduros (y, por lo tanto, listos para recolectar), y, finalmente, cómo son sus semillas: PARA VER LAS FOTOGRAFÍAS MENCIONADAS CLICA AQUÍ.