Nos enfrentamos a la etapa más dura de las seis que conforman el GR 7 por la Región de Murcia. Una distancia considerable, con bastante desnivel acumulado tanto en positivo como en negativo, por tierras áridas y pocas sombras bajo las que refugiarse hicieron que llegara a Calasparra exhausto, aunque muy satisfecho.
Aunque suene contradictorio, uno de los alicientes que me planteaba este día era volver a recorrer diversos tramos que anteriormente había caminado en la realización de otras rutas. Siempre tiene para mí un sabor especial volver a pisar una senda transitada hace meses o años, pues refresca detalles de aquella primera vez.
Tras un buen desayuno en la hospedería (incluido en el precio de la habitación) me dirijo al paseo del Río Segura hasta el cercano Puente de Alambre. La panorámica es inolvidable: bajo la diurna esfera lunar, la Atalaya iluminada por los primeros rayos de luz que le confieren un tono entre dorado y cobrizo que se ha quedado grabado en mi cerebro como una de las imágenes más sobrecogedoras de mis andanzas senderistas.
Una fotografía no tiene capacidad para capturar sentimientos o sensaciones, mucho menos la triste cámara de mi viejo móvil, incapaz de captar una mínima parte de lo descrito. Lo considero una suerte, pues el recuerdo, impoluto, se mantendrá idealizado (casi divinizado) en mi memoria.
El Segura en Cieza es un río de verdad, respetable y venerable como el que más. El GR 7 lo acompaña durante pocos metros, así que es hora de dejarlo atrás para unirnos al PR-MU 11 Medina Siyasa y encarar un ascenso exigente por una senda en zigzag que nos va a elevar hasta la ermita del Buen Suceso, mirador excelente de la ciudad de Cieza.
A la derecha tomamos el Camino Viejo de la Ermita, un agradabilísimo tramo de umbría bajo la Atalaya en el que uno se siente afortunado por estar realizando esta travesía. Este camino nos desprenderá definitivamente de Cieza. La salida de esta población es muy bella, casi gloriosa.
Tras algo más de un kilómetro y medio tomamos, a la izquierda, la Senda de la Abuela, que nos sacará al Barranco de Meco, donde giraremos a la derecha unos metros para cruzar el puente por la carretera y retomarlo por la otra orilla. Enseguida giramos a la derecha por el Camino del Madroñal. De nuevo piso terreno conocido (la salida de Cieza hasta el Camino Viejo de la Ermita también la conocía), así que, durante casi 5 kilómetros, puedo relajarme en los distintos cruces que pueda encontrarme.
A partir de aquí apenas encontraremos sombras bajo las que cobijarnos, pero ni siquiera son las nueve, así que aún no hay de qué preocuparse. Este tramo es muy disfrutable, pues la contemplación de la Sierra del Oro, a nuestra izquierda, ofrece unas vistas preciosas. En breve llegaré a uno de los puntos pintorescos de la etapa de hoy: el Cortijo de las Ermiticas, cuya peculiaridad consiste en que tiene adosada a la casa una vieja ermita con humilde campanario. La parada es obligatoria. A los pocos metros encontramos una vieja almazara, en cuyas paredes permanecen, escritas con negro carbón, anotaciones de cantidades y pedidos solicitados. Curioso.
Nos incorporamos a la carretera de Cieza a Mula y giramos a la izquierda hasta llegar a la Casa de la Magdalena, en plena curva, para tomar el inmediato camino que aparece a la derecha, junto a unos grandes árboles. Estamos en el Camino de la Herrada, en franca dirección al Almorchón, rey absoluto de estas tierras. Es un camino agradable, rodeado de almendros, fincas y pequeñas manchas de bosques de pino.
Siguiéndolo llegaremos a la Rambla del Cárcabo, que vadearemos tras una severa bajada que deberemos recuperar subiendo una buena rampa. Las vistas del Almorchón, con las picudas formas de sus estribaciones, parecen atraernos a él.
El camino por esta zona es más aburrido. La predominante aridez del entorno, a unas horas en las que el calor empieza a incidir y el cansancio a hacerse notar hacen que pierda atractivo. Pasaremos el cortijo de D. Matías Marín, y deberemos prestar atención, menos de un kilómetro más adelante, para desviarnos a la derecha a escasos metros antes del cortijo del Mesonero, que veíamos enfrente, bajo un cerro singular.
Este camino apunta directamente al Almorchón, aunque aún quedan fuertes subidas y bajadas que pondrán a prueba nuestro físico.
Caminar bajo las paredes del Almorchón es un lujo. Impresiona tener tan cerca esta mole que uno acostumbra a ver desde lejos. El firme a sus pies es cómodo y en llano, lo cual se agradece tras la exigente ascensión que hemos padecido. Justo cuando abandonamos este lugar, mítico para el senderismo, el montañismo y la escalada regionales, nos incorporamos al PR-MU 25 Almadenes-Almorchón, una ruta muy recomendable. Será por muy breve espacio, pues enseguida lo abandonamos para tomar un viejo camino empedrado, el Camino Viejo del Pantano. Al contrario de lo que pudiera uno suponer, los adoquines que se mantienen lo hacen muy incómodo durante sus casi 2 kilómetros, hasta que pisamos el asfalto de la carretera del embalse de Alfonso XIII, a la izquierda, y bajo la vigilancia de la Sierra de la Palera, pelada y sin apenas vegetación.
En un kilómetro y medio llegaremos a otro punto que esperaba con gran interés, el citado embalse de Alfonso XIII. En tierras de secano, cualquier acumulación de agua es llamativa. Contemplar este embalse supuso todo un placer, y en él me detuve a dar cuenta del bocadillo de jamón y queso que me preparé la tarde anterior.
Pero el calor aprieta y aún restan 10 kilómetros, así que me levanto y continúo por la carretera hasta desviarme, a la derecha, por una considerable rampa. Estamos en la Senda de los Estraperlistas. Este viejo camino, difícilmente transitable si no es a pie, vuelve a probar nuestro estado físico, pues la ascensión es permanente en un kilómetro y medio que, reconozco, se me hizo eterno. Paralelo a esta senda se puede disfrutar de la vista de un viejo acueducto.
Nos incorporamos a la pista forestal de la Sierra del Molino. Hemos llegado al último tramo de hoy, estamos a unos 7 kilómetros de Calasparra. Seguimos ascendiendo, ahora más suavemente, hasta alcanzar un depósito de agua, a partir del cual descenderemos hacia la bonita población en un cómodo paseo. A un tercio desde que nos unimos a esta pista compartimos trazado con el PR-MU 103 Media Marathón Antonio de Béjar, así que recupero terreno conocido.
Una hora más tarde, ya en el hotel, podré comer y descansar de una jornada que me ha puesto a prueba. Sin duda no es, ni de lejos, la etapa más dura que he realizado, pero sí la más exigente en lo que va de año. Estoy cansado, pero encantado.
FICHA TÉCNICA:
FECHA REALIZACIÓN: 26 de abril de 2016.
RECORRIDO: Cieza-Calasparra.
DISTANCIA TOTAL: 33’3 kilómetros (aprox.).
TIEMPO: 7 horas.
DESNIVEL: 700 m. positivo; 540 m. negativo.
DIFICULTAD: Media.
INTERESANTE: El puente del alambre sobre el río Segura; la salida de Cieza por la Atalaya; el Cortijo de las Ermiticas y la ruina de la almazara; la presencia constante del Almorchón; el pantano de Alfonso XIII; el viejo acueducto paralelo a la Senda de los Estraperlistas; Calasparra.
RECOMENDACIONES: Llevar agua y comida. Aconsejable de septiembre a mayo, evitando los meses de mayor insolación.
MÁS INFORMACIÓN: Senderos GR