«Las cosas de palacio van despacio». El optimista empedernido que parió este mantra, no tuvo que lidiar con un entramado burocrático tan emponzoñado de mezquindad como el actual. A diferencia de la tela de araña institucional que denunciara Larra hace ya dos siglos, en el que el individuo terminaba presa de la desesperación en su relación directa con La Cosa Pública («Vuelva usted mañana, ¿lo recuerdan?), el Estado se muestra hoy, en plena era tecnológica, con un nuevo lavado de cara en el que todo son buenas intenciones, pero el resultado es el mismo.
Una de las razones por la que SenderosGR surgió tiene que ver con la desinformación generalizada que hay de todos los atractivos autóctonos de los diversos territorios de España, en especial de las zonas rurales. Un senderista que quiera planificarse todos los aspectos logísticos de un sendero como, por ejemplo, el GR-66, lo tiene francamente complicado. Pues no hay un lugar específico donde buscar toda esa información. Los portales de turismo suelen estar atestados de información con hostelería de sol y playa, esquí y planes urbanitas, que dejan fuera todas las particularidades culturales y etnográficas de los pueblos, villas y valles menos poblados del país. Así podemos obtener infinidad de detalles y cosas que hacer y ver en lugares como la costa del Mar Menor de Murcia, y no obtener la más mínima reseña sobre la Alcarria conquense.
Nosotros pensamos, que al aglutinar en un solo portal toda la información dispersa por la red y topoguías de los senderos de largo recorrido de España, ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas se mostrarían entusiastas a colaborar con nosotros en esa labor de difusión. Para que así, a través de una actividad como el senderismo, los viajeros tuvieran la oportunidad de conocer las particularidades de cada territorio. Se ve que pensamos mal. De todas las instituciones que hemos contactado, tan sólo una funcionaria de la Diputación de Segovia se mostró favorable a colaborar. Hemos invertido 2 años en visitas a ayuntamientos, organizaciones de turismo, agencias de desarrollo local y rural, fundaciones y toda clase de entidades públicas creadas con el fin de promover el desarrollo sostenible y el entorno rural, con el fin de ofrecerles gratuitamente nuestro portal para subir la información relativa a los municipios por donde pasan los GR de España. Visitas que, para una empresa, son una inversión criminal de tiempo… Nada. Un técnico del ayuntamiento de Cieza se comprometió a enviarnos todo lo que tenía, para incorporarlo a la información de interés del GR7. Pero de eso hace ya más de un año. Del resto, la mitad no nos atendió, y la otra mitad nos invitó a copiar lo que hubiera en su web. Es decir, nada.
Por esta razón, cada vez que vemos los stand de ferias como FITUR y otros eventos diseminados por España y Europa, donde ayuntamientos y diputaciones invierten cantidades millonarias en tener presencia allí e «impulsar sus zonas rurales y el senderismo como atractivo turístico», sentimos como un gato nos araña sin delicadeza los genitales. Cada vez que vemos vallas publicitarias (que no las regalan precisamente) o anuncios en la prensa promocionando rutas de largo recorrido, un instinto homicida y antisistema recorre nuestro cuerpo.
La experiencia, eso sí, nos ha servido para descubrir que el origen del problema de la desinformación etnográfica no es político. No es un problema de las Autonomías, que funcionan desconectadas entre sí despilfarrando recursos públicos en acciones que podrían resolverse de forma más eficaz estableciendo sinergias entre unos y otros. No. Es un problema de fragmentación mental de toda una raza, la humana, que ha llegado al paroxismo de la mezquindad y la estupidez. Porque sólo un imbécil, o un ser en claro retroceso evolutivo, rechaza la ayuda gratuita de alguien que se ha convertido en el primer portal español de información de senderismo de largo recorrido en Europa, para gastarse la pasta a talón vivo en cretineces tan ineficaces como la publicidad tradicional o enviar a un par de azafatas a una feria en Gante con un puñado de folletos. Las cosas de palacio no es que vayan despacio, no. Es que sencillamente no van.