Desde que conocí la existencia del sendero de Gran Recorrido GR7, que transcurre por caminos y sendas que cruzan la sierra de Mariola, cerca de mi ciudad natal, Ontinyent (Valencia), me sentí hechizado por la magia de saber que se puede llegar caminando hasta Grecia y su isla Creta. Una aventura digna de película.
Soñé y comencé a investigar acerca de este sendero, y descubrí que, en realidad, es uno más de entre los múltiples senderos que hay señalizados en España.
Pero también descubrí que existe este tipo de senderos en otros países de Europa y, de hecho, fue así como, tomando el testigo del GR7 francés, se señalizó el primer sendero GR en España: el GR7. Por esta razón no se le denominó GR1, como manda la lógica.
Y es la unión de muchos de estos senderos de gran recorrido, o GR, lo que da forma a otro tipo de senderos, los europeos, identificados con la letra “E”, que tejen una espectacular maraña de caminos y sendas a lo largo y ancho de toda Europa. Alguno incluso se atreve a llegar a las gélidas aguas del norte de Noruega. Son 12, y se denominan, sencillamente, E1, E4 o E12. Y la magia cobra vida cuando se entrelazan todos estos senderos de gran recorrido, dando forma a los senderos europeos.
Pero en mi mente seguía ganando protagonismo el GR7 frente al E4, del que forma parte. Este protagonismo es así debido a que es el sendero GR que cubre una mayor parte del E4 dentro de España, y no es hasta que se cruza la provincia de Castellón y te adentras en tierras catalanas, que toma otro sendero GR, en este caso el GR8. Y a este le siguen el GR92, el GR172 y, ya por último, el GR4.
Pero de estos pequeños grandes senderos no suele acordarse la literatura que habla del sendero Europeo, y en multitud de publicaciones se asocia el sendero E4 en España exclusivamente con el GR7, cuando esto no es así.
No en pocas ocasiones me he empecinado en querer encontrar el GR7 pasando por Puigcerdà, al asociarlo con el E4, y porque así se plasma en los mapas, libros y en la página web de la asociación europea de senderismo, o ERA (de las siglas en inglés de la European Ramblers Association), que señaliza todos los senderos europeos. Pero en Puigcerdà es donde termina precisamente el GR4 que, como he dicho, forma parte del sendero E4, y no el GR7, que al separarse del E4 tras dejar atrás la provincia de Castellón, pasa a formar parte del E7, que cruza La Seu d’Urgell hasta llegar a La Farga de Moles, ya casi en Andorra.
Es ya decisión del romántico caminante seguir por completo el trazado del GR7, cambiando del E4 al E7, o si prefiere no separarse del E4 y concatenar en este caso los senderos GR arriba mencionados. ¿Qué opción os resulta más atractiva?