Las dos grandes etapas del GR-7 por la Región de Murcia comienzan hoy. Moratalla es el municipio más verde de toda la Provincia, así que nos esperan dos días de exuberantes paisajes y generosas sierras.
La noche la pasé en la cabaña que tenía reservada en el Camping La Puerta. Muy confortable, la verdad.
Como siempre, a las 7:00 lo tengo todo preparado para iniciar los 26 kilómetros de etapa. A la salida del recinto dejo la llave en el buzón, tal como me indicó el recepcionista. Nada más salir subo la carretera por una buena cuesta.
A mitad de la misma un pequeño ciervo me obsequia con su presencia. Siempre huidizos (estos animales no son tontos y huyen del hombre), escapa en cuanto me ve.
En lo alto de la cuesta se encuentra un curioso panel que indica las distintas estaciones astronómicas que pueden verse desde allí. Curiosearlo me sirve de excusa perfecta para recobrar el aliento. El asfalto termina dando paso a una pista forestal que atraviesa esta sierra.
Siempre ignorando los desvíos a derecha e izquierda, vadeamos una desembocadura al río Alhárabe, muy cerca del Cortijo de Somogil de Abajo, evocador.
La pista transita paralela al río, que deberemos vadear un par de veces. Ahora ascendemos levemente hasta una zona de cultivos y viejas casas de campo. A la izquierda emerge el Calar del Fresno, sobrecogedoras paredes que nos harán sentir afortunados al poder contemplarlas; al frente lo hacen los Cenajos del Agua Cernía.
La inmensa belleza del lugar minimiza cualquier inconveniente, no importan las rampas que tenemos que superar. El río, las casas aisladas y abandonadas, la naturaleza virgen y la soledad están propiciando que la de hoy sea una jornada maravillosa. Si lo que un gerrerista busca es caminar en solitario por parajes naturales, aquí tiene todos los ingredientes.
Hay que estar atentos en un cruce, debiendo elegir el camino que cae hacia abajo a nuestra derecha, justo antes de las ruinas del Cortijo de la Dehesica. Es bastante pedregoso, así que debemos cuidar de no pisar mal para evitar torceduras. En la bifurcación seguimos por la derecha (aunque ambas convergen, poco más adelante); en una roca plana veremos en pintura roja la inscripción GR-7 E4. Detalle insignificante que, sin embargo, me encanta encontrar en un lugar tan recóndito.
Vuelvo a cruzar el Alhárabe por un precario paso de piedras. En él avisto un par de tortugas, una de ellas bastante grande. Están inmóviles, y tras la foto de rigor continúo sin atreverme siquiera a tocarlas para no causarles ninguna molestia.
Comienza una subida de unos 3 kilómetros hasta el Collado del Majal Alto, prolongada pero sin demasiado requerimiento físico. Desde aquí tenemos una buena panorámica, destacando al frente las antenas de la cumbre del Lanchar. A partir de ahora empieza el descenso, tomando el primer contacto visual con el Campo de San Juan. Maravillosas vistas.
A la derecha, al fondo, el Caserío de Fotuya, a cuya carretera nos abocará el camino. Aquí recuperamos el asfalto. Seguimos a la izquierda hasta llegar a la coqueta aldea de La Risca, de donde nace una variante, el GR-7.2, que se dirige a Caravaca de la Cruz (sigue anotado en mi lista de tareas pendientes).
Sin entrar a la aldea, y pasando de largo el Embalse de La Risca, seguimos en dirección a una chopera que delata el curso del Arroyo de Zaén justo antes de su desembocadura al embalse.
La inmensidad de un valle pleno de campos de cereal en plenitud es de una belleza increíble, disociada por completo del tópico atribuido a Murcia de no ser más que tierra de secano.
Por un viejo caminito entre cultivos atajamos hasta las Casas de Velasco, donde volvemos a pisar alquitrán. Hacia el Oeste cruzaremos el Alhárabe y alcanzaremos la Casa del Prado, justo antes de la carretera MU-702.
Aquí el GR se ve obligado a hacer un extraño. Si os fijáis en el quitamiedos de la carretera veréis las marcas blanquirrojas. Debéis saltarlo, cruzar la carretera y tomar el camino de aparece enfrente, a la izquierda y en ascenso. Es importante esta indicación, ya que la señalización en este cruce ha desaparecido y no encontraremos las tranquilizadoras marcas hasta unos 100 metros de haber tomado dicho camino.
Desde esta altura, en medio del Campo de San Juan, nos deleitamos la vista y el corazón. El lugar es ideal para pegar un bocado rápido.
Ya se ve El Sabinar. Este camino que traemos es el Cordel de Cehegín, y por él deberemos hacer alguna bajada y posterior subida reseñable. Cruzamos un arroyo y nos topamos con una alambrada. El paso está permitido, aunque la puerta está cerrada con cuerdas atadas. Toca saltarla, pero tranquilos, no tendrá más de un metro de altura, de modo que no existe ningún inconveniente más allá de la torpeza natural de cada cual.
Dentro del cercado pasamos por un corral de ovejas para llegar a la salida del recinto, debiendo atravesar de nuevo el vallado, ahora sin el menor incoveniente. Aquí el GR da dos opciones: seguir rectos, subiendo unas breves pero fuertes cuestas; o bien girar a la izquierda. Sin duda ésta es la opción buena, pues nos encontramos junto a las atractivas Salinas del Zacatín, explotadas nada menos que desde el 700 a. C.
Junto a ellas, la Casa del Salero, un complejo rural imponente. Tras dejarlo a nuestra izquierda y salir de la finca vemos que a la derecha se une la opción descartada previamente. Continuamos un buen rato, sin desviarnos por ninguno de los cruces que nos salen al paso.
Este tramo es el más prescindible de la etapa, sensación incrementada por las horas que ya llevamos de marcha. Casi una hora para salir a las puertas de El Sabinar, al que, por esta vez, decido no entrar. Estoy cansado y deseoso de llegar al Calar de la Santa, del que me separan algo menos de 6 kilómetros.
Y lo cierto es que la carretera que me lleva hasta allí es bien agradable: poco transitada, muy llana, rodeada de sabinas, con buitres sobrevolando a gran altura…
Veremos algún cortijo y las indicaciones a las pinturas rupestres de Cañadica del Calar. Y al fondo aparece la humilde y aislada aldea del Calar de la Santa, donde Sandrino me tiene reservada una de las casas rurales que tiene allí.
El trato que recibo, tanto de su parte como de los vecinos con los que entablo conversación, es digno de reseñar. La humilde amabilidad de estas gentes del campo es proverbial.
La casa es muy cómoda, y es costumbre obsequiar al inquilino con un pan casero. En mi caso, al venir yo solo, es de pequeño tamaño, aunque lo suficiente como para resolverme las cenas de hoy y mañana.
Es hora de la rutina post etapa: como, lavo la ropa, me ducho y descanso un rato antes de salir a dar una vuelta por el pueblo. Y es que esto de ser gerrerista es uno de los placeres más gratificantes del año.
FICHA TÉCNICA:
FECHA REALIZACIÓN: 28 de abril de 2016.
RECORRIDO: Camping La Puerta-Calar de la Santa (Moratalla).
DISTANCIA TOTAL: 26’4 kilómetros (aprox.).
TIEMPO: 6 horas y media.
DESNIVEL: 685 m. positivo (aprox.).
DIFICULTAD: Media.
INTERESANTE: La inmersión en la exuberante naturaleza de las sierras moratalleras; los excelsos paisajes cerealistas del Campo de San Juan; las Salinas del Zacatín; la sensación de libertad en soledad; La Risca, aldea mínima y encantadora; el Calar de la Santa y sus vecinos.
RECOMENDACIONES: Llevar agua y algo de comida. Aconsejable de septiembre a mayo, evitando los meses de mayor insolación.
MÁS INFORMACIÓN: Senderos GR.