Una de las cosas que más me llamó la atención cuando comencé a hacer senderismo de montaña fue la contradicción esencial que hay entre este ejercicio saludable y la forma en que se aborda su práctica. Es curioso que una actividad que se realiza principalmente en entornos naturales, se haga por la mayoría de los usuarios de un modo tan destructivo en muchos aspectos.
De ahí que cada vez que alguien comente en una conversación, o en un programa de televisión, lo sostenible que es la práctica del senderismo, no pueda contener una sonrisa socarrona. De hecho, pocas actividades me resultan más insostenibles que el senderismo; al menos tal cual lo hace el personal el su mayoría.
¿Por qué digo esto? Porque como toda persona que se inicia en la práctica de cualquier ejercicio, lo primero que hice fue equiparme, o intentarlo al menos. La toxicidad de los materiales empleados en la ropa de montaña y la provocada durante su confección es medioambientalmente espeluznante. Esto sin entrar en toda suerte de artilugios y complementos de alpinismo, donde ya abordaré a saco el tema en un artículo más adelante.
En la fabricación de material técnico de montaña se utiliza de forma generalizada de los Perfluorocarbonos (PFCs), unos compuestos sintéticos que contienen solamente átomos de flúor y de carbono, gracias a los cuales se confeccionan materiales impermeables, antiadherentes e ignífugos. Es precisamente en estas tres cualidades tras las que se parapetan montañeros y fabricantes para justificar su recurrente uso. North Face, Marmot, Vaude… usan PFCs en mayor o menor medida.
Al margen de las consecuencias para la salud que pueden tener estos compuestos, que es algo secundario, pues por encima de la raza humana está el planeta, «el principal problema medioambiental que concierne a los PFC, es que una vez liberados, algunos de ellos son muy activos como agentes intensificadores del efecto invernadero. Como resultado de su larga vida en la atmósfera, las emisiones que se han producido en los últimos 20 ó 30 años continuarán teniendo un impacto ambiental significativo durante mucho tiempo» (Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente). Imaginad su fácil propagación merced a los vertidos (a través del agua) de estos compuestos durante la cadena de producción. El informe de Greenpeace Huellas en la nieve es un buen punto de partida para medir la atrocidad que cometemos al consumir productos en los que se emplean los PFCs.
Pero ¿hay alternativas? Pues claro. Tenemos dos opciones: la que han tomado empresas como Fjallraven (Suecia), Pyua (Alemania), Radys (Suiza) y Rotauf (Suiza), que han dejado de emplear los PFCs y los han sustituido por otros compuestos menos tóxicos aunque también sintéticos; o la vía ecologista que consiste en emplear tejidos naturales, aunque no tan eficaces para combatir el frío y la humedad. Yo me inclino por lo segundo.
Durante un millón de años el ser humano ha subido y bajado montañas, y ha hecho frente a los inviernos sin necesidad de bañar en tóxicos el medio natural. Y si las condiciones son muy adversas, lo lógico es quedarse en casa. Para muchos puede resultar de lo más imbécil por mi parte salir a la montaña con mi camiseta de cáñamo, mis calcetines de lana, etc. Es evidente que hay inclemencias a las que sólo puedo responder mediante el cobijo de una lumbre y un techado, pero para mí es más importante el planeta que dejo como legado a mi hija, que dármelas de pan y manteca en un blog sobre lo cojonudo que soy por haber subido tal o cual montaña bajo bajo una brutal tempestad. Eso, además de egoísta y mezquino, sí que me parece una gilipollez.
40 años de senderismo y con el mismo tipo de materiales ropa, calzado, etc. bueno el saco de dormir actualizado, resto vaqueros, chirucas, ya sabéis. La mayor destrucción de nuestros montes las ha provocado el automóvil, recuerdo 1973 (8 años) buscamos tren y autobus para acceder, 5/6 horas para 100 km. Ahora llega cualquiera en coche y somos muchos, saturando naturaleza. En fin, pienso así desde hace tiempo, los coches nos dan y nos quitan.
Gracias a todos.
Javier Villamor Villarino.
No tengo por menos,que darte la razón, ya que pienso (al menos sobre este tema) como tú.
Totalmente de acuerdo, aunque se puede tambien tener en cuenta el tipo de material con que estan hechos, en esta web
Se que llego tarde a los comentarios, este post tiene bastante tiempo, pero si…. es increible como hemos cambiado y la cantidad de gente que nos encontramos en el monte