La orientación, una habilidad imprescindible

Lo primero que hicimos este fin de semana de iniciación a la orientación en montaña fue perdernos. Dos veces seguidas en la M-30 y otra a la entrada a Cercedilla. Evidentemente, llegamos media hora tarde. No era la mejor forma de presentarse en el curso organizado por el Club GR-10 pero desde luego sí la forma más inequívoca. Nosotros éramos los valencianos.

Juan Flores, Carlos Díaz Carlús y Jesús García conforman el Club GR-10, una iniciativa que pretende acercar la montaña y la práctica del senderismo a todos aquellos que se sientan atraídos por ella y deseen iniciarse en este mundillo o bien aumentar sus conocimientos para cumplir con nuevos retos.

Para los días 22 y 23 de octubre organizaron este curso teórico-práctico en el que hemos aprendido, hasta que la realidad diga lo contrario, a orientarnos sobre el terreno mediante el uso de mapas, brújula y altímetro. Y en este momento algunos os preguntaréis por qué no hablamos del GPS. Pues hablaremos pero, como se nos ha enseñado estos dos días, el GPS es genial si funciona, pero si se te acaba la batería estás perdido si no sabes usar una brújula. Y las baterías no duran mucho como ya sabréis.

Carlús se encargó del curso teórico del sábado, impartido en el Hotel Luces del Poniente en Cercedilla, un lugar muy agradable, a 45 minutos de Madrid, en el que disfrutamos de una clase magistral que pusimos en práctica al día siguiente en La Barranca de Navacerrada.

Nuestro objetivo era subir a La Maliciosa pero el tiempo estaba en nuestra contra y acortamos la ascensión por el riesgo (luego convertido en hecho) de lluvia. Allí arriba, con un frío que pelaba, nos las vimos con los mapas y las brújulas. Que si dónde estábamos situados, que si tendríamos que triangular para averiguarlo, que qué rumbo había que tomar para dirigirnos a aquella roca, que si sabíamos aquel pico de allí dónde estaba en el mapa, que si con niebla o en noche cerrada la cosa se ponía fea…

En resumen, el rollo era acojonarnos para que nos percatásemos de la importancia de contar con estos mínimos conocimientos en la montaña. Acojonarnos porque uno no se puede subir al monte sin saber de dónde sale, a dónde va y por dónde quiere pasar. Por supuesto, poder puede, pero o se es muy hábil y se está muy acostumbrado o se corre el riesgo de que la aventurilla se convierta en un susto o algo peor. Como bien decía Juan, todos nos hemos perdido en la montaña. A lo que nosotros añadimos: y no tiene ni **** gracia.

La cuestión es que en nuestro mundo tecnológico nos hemos acostumbrado a depender de ciertos utensilios muy útiles que en ocasiones no sirven para nada si no sabemos la teoría en la que se basan. A lo largo de esta semana, vamos a ir contestando a algunas dudas sobre cómo orientarse mejor en la montaña, qué llevar y qué tener en cuenta, ante todo, antes de salir en travesía.

Queremos agradecer especialmente a Juan y Carlús sus esfuerzos, paciencia y buen humor, así como a todos los compañeros que participaron en esta aventura del conocimiento. Y abrimos la discusión sobre los temas a tratar en próximos posts en el blog.

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